"Habla pues, ¿la u de Lima o la San Marcos?", me preguntó mi viejo hace más de 10 años en una de nuestras acotumbradas, desesperantes y monólogas charlas que mi progenitor solía darme religiosamente por lo menos una vez al mes. Charlas que resultaban una interminable tortura mezclada con una sobredosis de diasepan para un descarriado y pasivo adolescente como yo, pero k ahora las agradezco eternamente.
Yo acababa de egresar con ciertos cuestionables méritos del otrora colegio Punta Arenas de Talara. Mi condición de ejemplar ex colegial con futuro prometedor dábame la autoridad de elegir mi futura alma mater, la universidad donde pasaría los supuestos próximos 5 años de mi vida (en mi kaso fueron 6 años y medio, por trikero).
Al momento de esa pregunta de rigor, yo encontrábame estudiando en la webeable y socialista pre de la universidad San Marcos, preparándome para ser un exitoso Ingeniero de Sistemas (según yo, el haber pasado exitósamente todos los niveles de todos los juegos de computadoras de la époka, lease Prince of Persia, Starcraft, etc, me hacía un prospecto de Ingeniero de Sistemas, y como a la UNI era, es y será, imposible k ingrese, sólo me kedaba la San Marcos). Sin embargo, mi papá, un frustrado economista, kería k estudie Economía. Mi hermana ya estudiaba en la de Lima, así k la disyuntiva, entonces, se encontraba en ese rango de posibilidades.
Tenía, por lo tanto, menos de 5 minutos para elegir mi futuro. Ser futbolista, musiko y/o actor porno ya estaban descartados por razones anatómikas y biológikas. Así k mirando al techo sin levantar la cabeza, me puse a analizar la situación: elegir una universidad nacional podría asegurarme un carro último modelo o una(s) propina(s) generosa(s), k fácilmente podrían ser las virtuales cuotas mensuales k mi viejo se ahorraría si es k estudiaría en la universidad partikular, pero para mi papá (y para mí) un carro o plata son premios exagerados y superfluos para tan poko esfuerzo, eso sumado a la poka afición k tengo por manejar en esta ciudad polucionada, bulliciosa y llena como es Lima, hacía k el carro no sea una motivación extra. Así k me decidí por la otra univerdad, por los motivos ya mencionados y pork en esa époka, la U. de Lima y mi depa compartían el mismo barrio.
Así pues, ingresé (mucho roche ya no ingresar). Llegé a mi primera clase. Mi hoja de matríkula decía k este acojudado escribidor pertenecia a la sección 116 de toda esa promoción de nuevos y emocionados, agrandados y creídos cachimbos. Entre una muchedumbre de jóvenes pelados, barbones y pintones, y chikas flakas, bronceadas y tirables, encontré mi salon, el C-302 del pabellón de Estudios Generales. Era un lunes, y mi nuevo reloj Casio plateado k mi mamá me había comprado en oferta en Hiraoka, decía k eran las 7am.
El bonito y arrechable paisaje k había visto en los pasadizos, hizome pensar k podría encontrar sikiera una pekeña muestra de esas chikas en mi salón. Sin embargo, y contrariando la lógika, las caras y cuerpos k encontré no eran pues lo k este pelado y aguantado cachimbo había visto afuera. Fue como si la rectora hubiera juntado y metido intencionalmente en un mismo saco a todas las menos agraciadas de toda esa promoción de pitukas ingresantes. Y para terminar de romper mi ilusión, un conjunto de chikos con caras quijonescas, pirañescas y apavadas me miraban pensando lo mismo k yo, ¿dónde mierda están las chikas rikas? (no era difícil pensar k las chikas también se preguntaban lo mismo, pero con más desesperación, con respecto a los chikos).
Si hubiera habido un concurso de belleza, sin suda nuestro salón hubiera okupado el último lugar, sin lugar a reclamos ni apelaciones. Si también hubiera habido un campeonato de fútbol, seguro hubieramos estado entre los primeros (en el clásiko Campeonato Anual de Cachimbos, los penales fallados nos sacaron en primera ronda, injustamente). Pero de lo k sí estoy seguro k hubieramos kedado campeones, y con goleadas de escándalo de por medio, era en el Campeonato de Fulvazo (más específicamente torneos de ron-eadas y punto-g-eneadas), ahí sí no nos ganaba ni Waldir y cía.
Después de un exhaustivo y resakeable casting, encabezado por el chiklayano, se armó lo k fácilmente se hubiera denominado el Drink Team. Los suertudos elegidos eramos una mezcla de muchachones de todos los tamaños y colores (se obviarán sus verdaderos nombres para evitar represalias por parte de las parejas y esposas de los seleccionados): Perrochino, Chupeteyuka, Petete, Aurich (el chiklayano), Jhony Orozko, Aybar, Christian y yo, eramos los titulares habituales. Luego seguían una lista de suplentes, como el Chino, Huicho, Sierra, Pepito, y otros entusiastas postulantes k kerían formar parte del team, pero al primer casting, tiraban la toalla y abandonaban el proceso, previo vomito monumental. Una decisión totalmente entendible.
Así pues, armamos un grupo de descontrolados universitarios, amantes del futbol y el fulvazo. Mi depa era nuestro cúbil y los huecos de Barranco (sí, yo también he ido a Barlovento) nuestros campos de batalla, donde siempre saliamos airosos y victoriosos. Luego, semestres más adelante, ya con la experiencia ganada, nos fusionamos con otros Drink Teams, pero ese ya es otra historia.
Pero como el finadito Lavoe dice: todo tiene su final, nada dura para siempre. La edad, las responsabilidades, los nuevos trabajos, los viajes, y las metidas de pata, hicieron k nuestro Drink Team se desvaneciera, las frecuentes salidas se hicieron menos frecuentes y las cantidades de cerveza se minimizaron. La lógika primó. Cada uno siguió su camino, pero las anécdotas (no te preokupes Chupeteyuka k nunka contaré cuando orinaste mi closet pensando k era mi baño, ni tampoko contaré, Perrochino, cuando te filmamos tirándote a esa gorda lesbiana,) y la amistad siempre estarán ahí.
Justo la semana pasada, nos reencontamos después de muchos meses con algunos de los sobrevivientes de nuestro equipo, ya todos profesionales, más gordos y más feos. Después de chelear, ya en un lugar más decente y caro, y recordar esos tiempo lejanos, llegé a mi casa como casi nunka llegaba en esas épokas, es decir, consciente. Me cepille los dientes, y mirando en el espejo mi boka espumosa y mis cachetes inflados, recordé la pregunta de mi viejo. La respuesta no pudo ser la mejor.
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PD.- Hoy cumples dos meses en el cielo, Luis Eduardo, la vida continúa y hay que disfrutarla. La vida podrá ser mejor o peor, eso no lo sé. Pero lo que sí sé, es que ya no es, ni será, la misma.
Hace 6 días.
8 comentarios:
Ya era hora !!!
hace mucho q no scribias..!
Zaka tu libro cholo... contando todaz esas "anecdotas" buenas y malaz...!
mi primer dia d klases fue n el c-301... iwal d perdid k tu!
Ta k salada tu promo...!
tiens un buen drinkteam ahh.. ellos son los amigos k nunka olvidaras!
Si sakas tu libro sere la primer n komprarlo t lo aseguro pero xfavOr k no se llame... " El lloron" !
jaja ... escribe maz seguido! =) xtraño leerte !
"....actor porno ya estaban descartados por razones anatómikas y biológikas..." QUE ILUSO COMETIN...
Mi queridooo chatooo, esas epocas pues, inolvidables.
Seria de locos juntarnos todos y recordar esos dias todos juntos.
Algun dia será chato
Un abrazo
pero tu no estas ni mas gordo ni mas feo!! xD
Ya me imagino el grupo
ejjeje
bsos de esposa primeriza y Recién casada
por qué todos en Lima estudian Sistemas??? :S
Interesante recordar épocas pasadas alrededor de unas chelas. ¿quién es Luis Eduardo?
Interesantes anecdotas,digamos que te hubiese gustado ser yo el primer día de clases en mi universidad ...pero yo soy mujer heterosexual y obviamente mi reacción fue muy distinta al ver la variedad femenina de mi salón.
A algunos les toca lo que otros anhelan..
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