Todos los meses, días antes de recibir mi flacuchento sueldo, suelo elaborar un presupuesto harto detallado y austero de mis futuros gastos e ingresos operativos y financieros para tratar de ordenarme económikamente (como ¿buen? economista k según mi diploma de bachiller dice k soy) y así volar, paulatimante, mis malditas y eternas deudas, y ahorrar un cantidad respetable de dinero, y llegar a fin de mes sin tener k fingir de limosnero. Pero esta vez kise hacer un experimento bien bonito y arriesgado, inspirándome en akellos keridísimos personajetes de saco y corbata k hacen y deshacen las leyes a su antojo, como grandes penderejetes.
Así k no bien recibí mi paupérrimo salario, el mencionado presupuesto lo mandé al carajo. La planeada austeridad me la pasé por los huérfanos, y así empezé mi experimento: mi lado gay salió a relucir bien marikamente y me convertí en una compradora compulsiva, que ofertas ni que días R Ripley, de frente nomás, sin mirar precio. Full ropa. La tarjeta de crédito, antes odiada, ahora era my best friend. Los supuestos pasajes en combi se convirtieron en taxis seguros (no de la calle, no, no seas cholo, taxi San Borja, ubíkate). Los presupuestados menús y chifas fueron reemplazados por parrilladas, ceviches, pizzas, buffets y demás comidas gourmet. Las chelas k planeaba tomarme, fueron en realidad wiskies, caipiriñas y pisco sours. Los martes de cine pasaron a ser fines de semana de teatro y conciertos. A las diskotekas, sólo zona Vip, sino alaos broder. Y hasta falté al trabajo un par de veces para irme de viajecito por algún balneario de nuestra ciudad.
El millonario experimento me duró menos de quince días. Trece para ser exactos. Trece días de gastos superfluos y rimbombante comodidad. Trece días en k imaginé y soñé k mi sueldo era mi propina para mis gastos operativos. Trece días en k aluciné ser un pendejo congresista.
El experimentó cadukó al treceavo día pork cada fin de mes no recibo los jugosos siete mil lukas k recibe la otorongueada parlamentaria, y mucho menos recibo oooootros siete mil soles de propina para mis gastos otros, es más, ni propina me dan. Ya estoy viejo para k mis papitos me esten dando para mis pasajes o mis almuerzos. Para eso trabajo pues, para eso es mi sueldo. A los congresistas, encima k son unas tira de ratas corruptibles, les tenemos k dar de comer en la bokita, darles su propinita para k se vayan de viaje, o para k se coman cuatrocientos pollos en un dia y/o para k lleven a comer chifas a toda su bandada de amigotes. Esta mierda, estos mierdas lo hacen por cinco años, todos los meses, todos los días. Yo ya nose si reirme o llorar, o reirme para no llorar.
Osea, ¿por las santas huevas estudié en colegio y universidad partikular, invirtiendo tiempo y dinero, para k estos cojinovas, muchos de ellos sin secundaria completa, ganen el triple k yo y encima vengan a tirarse mi plata en huevadas? No forniken pues, nisikiera trabajan eficientemente, seguimos siendo un país corrupto, pobre, tercermundista, subdesarrollado. Hasta Bolivia nos golea. No jodan pues.
Ahora k acabó mi experimento, he regresado a ser lo k soy, un ciudadano más, un obligado votante, un orgulloso apolítiko, un triste peruano k tiene k chapar su combi y pagar su menú, un pobre huevoncio k tiene k trabajar como negro para ganar como cholo, y endeudarse para poder estudiar o pagar sus gastos, esos gastos k tú, pendejo congresista, no pagas.
Así k mi fuckin gracia me salió carito, y ahorita mientras escribo, molesto e impotente, estas líneas, estoy en el messenger tratando de convencer a algún inocente, solidario y bien remunerado amigo k me preste una importante cantidad de nuevos soles para poder pagar las malditas deudas k adquirí por disfrazarme de congresista. Pero parece k la búskeda del generoso amigo resultará infructuosa, improductiva, una verdadera pérdida de tiempo. Mis habilidades de convencimiento serán inútiles, nisikiera mis antiguos poderes y aptitudes de vendedor de tarjetas de crédito podrán ayudarme. Ni el más pituko y acongresistado de mis amigos kiere prestarme sol alguno, ni las buenagentes de mis amigas. Creo k mi pasado tormentoso, mentiroso y moroso, injustamente, me condena. Debí pensar en eso antes de hacer mi experimento. Ya tiré la toalla. Knock out. Tamadre. Mis nuevas deudas, entonces, seguirán intactas, inmóviles, inamovibles, gruesas, viejas y jodidas hasta nuevo, y al parecer lejano, aviso.
Cuando era un niño, con dudas pero sin deudas, mi mamá me preguntaba que quería ser de grande, yo le respondía, con esa inocencia k aún me caracteriza, k kería ser astronauta o futbolista como Pelé. Si hoy me vuelve a preguntar lo mismo, yo le respondo, sin dudas pero con hartas deudas: "mamá, de viejo kiero ser congresista"
Hace 6 días.