Nosé en k momento la cagué. Nosé en k día, mes o año de mi vida empezó a gustarme el fútbol. Mi frágil memoria desmemoriada no guarda rastro alguno del momento exacto en k decidí dejar de escalar y embetunarme de tierra y arena en los cerros aledaños a mi kasa talareña para irme a jugar pelota con mis ya pichangueros amigos. Tampoko rekuerdo, en mi infancia, haber sido hincha de algún ekipo, ni sikiera del glorioso y otrora taladro del norte, el Torino de Talara. Mi papá, con gran tino, nunka me incitó a vestirme de celeste, granate, rosado, crema o azul. Nunka, y eso se lo agradeceré eternamente. (Odio a los tarados papás k visten a sus bebés de camisetas de ekipos de fútbol, pensando, cojudos ellos, k sólo así serán de su mismo ekipo, ajj). Tampoko rekuerdo haber pedido de regalo por navidad o en mi cumpleaños una pelota, chimpunes, canilleras, rodilleras, suspensores, o cualkier indumentaria futbolera. No rekuerdo. Lo k sí rekuerdo, con suma vagancia, es k mis amigos, pendejos ellos, siempre solían ponerme de arkero, lo k confirma mis sospechas: era una completa res para el soccer.
Así pasé toda mi primaria, desprestigiando y subestimando al deporte más lindo del mundo. Pero un día, no rekuerdo cual, la vida del enclenke y cojinova infante cambió. Como por arte de magía, (créanlo, fue magia) su vida cambió. Un día, asumo yo, alguien me pasó la gordita, una Mikasa roja con blanca, yo la paré con una habilidad endemoniada, la levanté con un par de finos tokes y empezé a dominarla con un dribbling maradoniano. No podía creerlo. De la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos, pasé de un maleta e inútil arkero a un pedido y aclamado diez.
Desde ese momento, desgraciadamente, empezó a gustarme el fútbol. No me perdía pichanga ni campeonato alguno del colegio, me rompí el brazo dos veces por kerer hacer guachitas, hasta me probé en la selección de la universidad (fui choteado sin pestañear debido a mi corta y risible estatura). Me compre mis chimpunes, unos Umbro y luego unos Diadora blancos, bravazos. Tambien canilleras, unas Adidas de la Parada. Me volví hincha de un ekipo, me compré todas sus camisetas, originales claro está. Iba al estadio cada vez k podía, y hasta llegué a llorar varias veces por un partido perdido. Y de la selección peruana ni hablar, era el más acérrimo, ingenuo y soñador hincha k el sufrido Perú tenía. Más hincha k Beingolea. Cada decepción era perdonada, cada traspié era olvidado, cada goleada era aceptada y pasada. Siempre estaba, en las buenas y en las malas. Creo k mi fiel característika de masokista agudo nació con el fútbol. Pork ese masokismo k tengo por kerer a chikas inqueribles a pesar de todo, sólo se compara con el amor k le tengo, o tenía, a la celeste y la rojiblanca.
"Pero ya pues huevón, ya mucha huevada. No seas abusivo pues cojudo. Esta bien culantro pero no abuses", me dijo una amiga, bien cariñosa ella, cuando le conté k había gastado un platal por una entrada al estadio para ver jugar a la selección. No ganamos. Luego falté a mi clase por ver a otra vez a Perú, esta vez por televisión. Nos golearon, por enésima vez. Hoy volví a faltar a clase por ver a mi ekipo, mi ekipo perdió. La decepción haceme preguntar: ¿Mamá, pork me pariste en el Perú?. Las respuestas están no habidas.
Decepcionado y envidiosísimo (luego de ver la Eurocopa), recuerdo las sabias palabras de mi sabia y cariñosa amiga, "...ya mucha huevada", ahorita ellas suenan muy fuerte en mi cerebelo. Temo k le haré caso. Derrotado y cabizbajo me lamento y pienso en voz alta: hubiera kerido nunca dejar de jugar en los cerros aledaños a mi kasa talareña, hubiera kerido nunka recibir una pelota Mikasa, hubiera kerido nunka crecer, hubiera kerido nunka kerer tanto al fútbol (ni a las mujeres). Las camisetas peruanas y celestes serán guardadas, las entradas serán kemadas, los chimpunes blancos y las canilleras de la Parada serán regaladas. Los cántikos, gritos y mentadas de madre serán prohibidas. El masokismo será desterrado. Señores, un gran libro se cerró. Amén.
Ahora me dedikaré al tennis, ¡he dicho!... ¡Everybody loves Horna!
jueves, 26 de junio de 2008
A goleadas aprendí
domingo, 15 de junio de 2008
¡Es papá!
Papá de rostro serio y mirada dura. Tu sola presencia asustaba y ahuyentaba a las pokas incautas muchachonas k alguna vez cayeron en mi kasa. Tal vez por ello nunka regresaron. Pero la verdad es k detrás de esa postura dura y militarizada se esconde el ser más blando y bueno k jamás haya visto el planeta tierra.
Papá profesor y consejero. Nunka olvidaré la primera vez k, caminando por el malecón de Punta Arenas, me dijiste, con miedo de inexperto papá, k use condón. "En Lima abundan las chikas liberales, las putas. Así k cuidate cojudo, no me hagas abuelo aún", me aconsejaste. Yo, en esa époka, era un triste chiko virginal. Eres un as con los números, como buen ingeniero de la UNI. Si alguna vez fui medalla de oro en matemátikas y ajedrez, fue pork tuve de profesor a un genio de genios. Te agradezco, mi kerido profesor, también, por haberme enseñado a manejar carro, aunk hasta hoy tenga k decirle, con roche, al cuidacarros k, por favor, me estacione el auto.
Papá jovial y deportista. Aunk nunka has sido el alma de la fiesta, sí has sido el más bailarín. Te transformabas con el Meneito de Natusha y el Caballo Viejo. No puedes mentir, los videos familiares te delatan. Recuerdo, también, nuestras maratones dominikales por la playa. A pesar k me duplikas la edad, tu físiko es envidiable. Hasta ahora no entiendo como puedes darle tres vueltas al Pentagonito y luego regresar a la casa caminando como si nada, cuando yo no llego ni sikiera a darle una vuelta, y luego tengo k tomar taxi o pedir un balón un oxígeno. Pero eso sí, en fútbol, siempre te gané. Lamentablemente no tienes esa habilidad de manejar un balón con los pies. Yo sí.
Papá esposo y ejemplar. Llegaste a la capital desde un pueblito lejano de la selva peruana, sin nada k perder, pero con un costal repleto de sueños por cumplir. Ahora, luego de lucharla y sacarte la mierda, lograste casi todo, tu solito. Me regalaste la mejor mamá del mundo. Nos regalaste una vida cómoda. Nos sigues dando lo k tu nunka tuviste a nuestra edad. Eres sorprendemente incorruptible, prefieres pagar injustas multas en vez de coimear a corruptos policías. Cuando sea papá, kisiera ser como tú, pero no tener hijos como yo.
Papá de sentimientos frágiles. Esos sentimientos k te brotan cada vez k hablas del abuelo, tu papá, k te cuida desde cielo. Nunka antes te habia visto llorar, pensé k nunka llorabas, pero el día k el viejo, como tu lo llamabas, nos dejó, lloraste como un niño. Ese día me di cuenta lo vulnerable k eres, ese día entendí k los papás también lloran.
Papá solidario y generoso. Igual k el abuelo. Eres capaz de kitarte la camisa, en pleno invierno, para abrigar al necesitado. Solías dejarme sin propinas para dárselas al niño k no tenía para comer. Eres el úniko papá k deja veinte soles de propina por un consumo de diez. Postergaste tus merecidas vacaciones a Europa, por pagar mi viaje de estudios en gringolandia. Prometo yo pagarte esas vacaciones, algún día.
Papá de desencantos. Sí, también de desencantos. Como cuando me bautizaste sin preguntármelo. Como cuando me obligabas a cortarme el pelo pork "pelo largo es de rosketes". Como cuando te escuche por primera vez ronkar. Me tendrás k perdonar papá, pero así como odio al Hi5 y a los zancudos, también odio a los ronkadores.
Papá de juegos y cariños. Rekuerdo un juego, el más esperado del día. Tu llegabas del trabajo (el sonido del motor de ese viejo volkswagen amarillo y los ladridos de nuestra preciosa collie, te delataban) cargando tu eterno maletín marrón. Entrabas a akella espaciosa casa talareña silbando esa melodía k te caracterizaba. Nosotros, tus tres hijos, ni bien escuchábamos tu silbatina, emprendíamos veloz carrera, con trampas y cabes inkluídos, hacia tu cuello. El k se soltaba perdía. Tu nos agarrabas como podías y nos besabas, raspando tu barba con nuestras lisitas caritas. ¿Quién soy yo?, nos preguntabas tambaleándote. Nosotros gritábamos al unísono: ¡Es papá!
Gracias por enseñarme a ver la vida, a través de tus ojos. Feliz día, papá.