martes, 18 de agosto de 2009

It sucks to be me (Parte 2)

Envidio con toda el alma, esa alma que estoy convencido k no tengo pork no existe, pork es ficticia e ilusoria (aunke mi mamá, religiosa como yo no comprenderé, afirma y asegura k sí existe, y me advierte k mis blasfemias ateístas acabarán cuando vea mi alma salir flotando desde mi cuerpo inerte y k en ese momento me arrepentiré de todos mis pecados pero k ya será tarde y terminaré carbonizado en los infiernos post vida, pero yo sigo sin creerle pork soy agnóstiko y no creo el mundo haya nada mágico, ni sobrenatural, ni omnipotente, ni eterno, ni todopoderoso, nada a lo que haya que adorar, ni agradecer, la vida eterna no existe, la perfección no existe, el alma no existe), pero igual digo k envidio con toda mi alma pork suena fuerte, tajante, dictatorial y contundente, a todos akellos k nacieron con un don especial, con una destreza única, una aptitud envidable, una habilidad, física o no, k los hace diferentes de nosotros, los inútiles.

Envidio, por ejemplo, a los pastrulientos artistas, que fueron paridos con ese noseké k los convierte en admirables. A los sobrevaluados deportistas, k ganan un huevo de plata haciendo poko, sólo pork hacen muy bien algo k nosotros hacemos tan mal. Envidio, también, a los nerds, esos lenteojudos desesperadamente estudiosos, k si no pasa una desgracia mundial, terminarán siendo nuestro jefes (por eso nunka te burles de ellos). Envidio, esto sí es sana envidia, a los k vinieron a este mundo injusto, cruel y azaroso sabiendo ya lo k kerían ser o hacer, es decir, con un destino ya escrito.

Los envidio pork yo pertenezco justamente (¿esta bien escrito "justamente"?, o se dice justo) a ese selectivo e infortunado grupo de neonatos k llegan a la vida para nose ké carajos. Nacemos sin un futuro escrito y sin destinos predeterminados, lo cual podría sonar interesante, divertido y fílmico, pero creánlo, no lo es. Nacemos sin ninguna puta habilidad, la cual nos vuelve automáticamente en seres inhumanos inútiles, unos good for nothing. Daría hasta mi pene por re-nacer teniendo un futuro ya escrito, o una habilidad medianamente competitiva.

Es que no es bonito, keridos inkeridos, darse cuenta k he llegado a los 27 años, y me encuentro en el medio del averno (nose ké es averno, pero lo escuché en un poema y suena filosófico). Y en este caso el averno es la nada, o la mierda tal vez. El estrés y el aburrimiento diario son más k suficientes razones para darse cuenta k todo lo hago ya es por inercia. Cada vez k llego a mi kasa me siento un sonámbulo despierto, un fantasma perdido , un títere, o para describirlo mejor, un oso cirkense, k sólo vive para alegrar a los niños (como el Oso de Moris y Leuzemia).

Ustedes me dirán, chikos y chikas felices: haz lo k te gusta pues, cojudo. Y es ahí donde ésta situación se vuelve inciertamente dramátika. El problema no es sólo que no me gusta lo k hago, sino que no me gusta nada, nones, cero, ninguno, carencia, nulo, ni mierda. Estoy realmente cagado.

Esta situación me ha permitido hacer una rebobinación de la película de mi vida, para saber las razones de esta situación. Me echo en mi cama y me pregunto ¿en qué momento se jodió Daniel?

De niño jugaba ajedrez, y era bueno. Me gustaba pork le ganaba a todos mis amigos (claro, ellos preferían jugar pelota o ver calzones, en vez de honguearse jugando ajedrez). Ganaba todo torneo habido y por haber. Mi profesor de ajedrez, que increíblemente sigue vivo, ya me auspiciaba un futuro prometedor en el deporte ciencia. Me alucinaba Capablanca o Kasparov con mis enrokes y jakes mates. Pero un día me enamoré de M, mi primer amor, colgué los peones (pork el otro peón, el mío, ya se empezaba a inquietar), y renuncié a un éxito seguro.

También fui bueno en las matemátikas. Las medallas k alguna vez fueron doradas o plateadas, y k ahora son sólo latas oxidadas, k cuelgan en mi grisacea pared de mi cuarto, no me dejarán mentir. Era bueno con los números, y también me gustaba. Solía ser el profesor de mi clase, y hasta mis traviesas amigas me pagaban, algunas en especies, por enseñarles cómo resolver los clasikos ejercicios del tío Baldor. Sin embargo, los rones mataron las neuronas inteligentes k aun kedaban en mi cerebro, pork hace poko intenté enseñarle Aritmética Basica a un niño de cuarto grado, y confieso k desde k le dije por teléfono para tirar a la mamá de una amiga, pensando k era mi amiga, no habia sentido tanta verguenza.

También fui medianamente bueno jugando pelota, si hubiera nacido en La Victoria, en Breña, en el Rimac o en el rico San Juan ahorita estarían jugando en Europa, pero nací en un barrio más sano que respirar aire fresco, y mi madre, una ferviente y fiel seguidora de las reglas de la sociedad, me obligó a estudiar (estudiar, tal vez el verbo que más odio y odiaré). Por eso, cada vez que veo al Malingas, a Waldir o al negro Mendoza, siento k si yo jugaba, ya hubieramos ido al mundial.

Luego no recuerdo en qué más he sobresalido, porque hasta en canicas me ganaban. Mi extrañada M, los rones o mi mamá pueden haberme jodido la existencia. Nunca lo sabremos.

Pensaba, con el perdón de la cursilería, reflexionar sobre mi vida en estas Fiestas Patrias. Un viajecito sin destino, o una encerrona solitaria, o una cura de sueño para decidir qué quiero hacer con mi vida. Pero el malnacido de mi jefe me llamó mientras hacía mis maletas: "Daniel, el 27 debes presentar el informe a las 8am".

Creo k voy a desempolvar mi tablero de ajedrez.

It sucks to be me (Parte 1)