martes, 15 de julio de 2008

No es justo

Es sabido por propios y extraños el odio incondicional y masokista k le tengo a un conjunto de cosas k exasperan, casi diaramente, mi trankila existencia. No los tolero por más terapia k haya experimentado, por más hipnotizaciones o charlas cristiano-plesbíteras k haya escuchado. I can't folks!

Entre esas odiosas cosas están, punteando la tabla de posiciones, los diminutos pero zumbadores zancudos, los militares y su chusko corte de pelo, las agencias de los bancos (incluído sus proactivos y estudiosísimos, pero lentos, trabajadores), los conchudos y orkestales ronkadores, el virtual y sociable Hi5, el tráfiko limeño en hora punta y despunta, las colas hasta para ir al baño, y así un largo etcétera de odiosas situaciones k me es difícil aguantarlas.

Pero existe un par de cuestiones k estoy empezando a odiar con ganas, pundonor y mucha fuerza. En los últimos meses esa parejita me ha ridikulizado, se ha mofado, burlado, reído, carcajeado de mí, señalándome y minimizándome delante de toda Lima y balnearios. Me refiero, señores, a ese calzado putón k tanto aman las mujeres, a ese calzado k las engaña y las disfraza, ese calzado saca-juanetes k las hace creer, ilusas ellas, k son modelos y asi se verán más lindas (¡eso es mentira!), me refiero a ese par de zapatos k las hace caminar como borrachitas y malabaristas. Me refiero, señoritas, a sus amados por ustedes, y odiados por mí, TACOS.

No suelo fijarme en chikas más altas k yo (ni ellas tampoko en mi), así k mi panorama se limita a fijarme en chikas de un metro sesenta y tres para abajo. Obviamente el universo femenino se me reduce pero nunka me he kejado. De lo k sí me kejo, y no lo puedo seguir aceptando bajo ninguna circunstancia, es k el universo femenimo se me siga reduciendo a la más mínima expresión por culpa de los $&%#@ tacos. ¡No, señor!, ¿Qué kieren, productores de takos y señoritas usuarias? ¿Qué nos kedemos solteros de por vida?, ¿Qué también compremos tacos? ¿Quieren que nos volvamos marikas?. Soy chato pues, y nada me hará crecer naturalmente. Ya es tarde para tomar mis tres vasos de leche al día, y ni Milo me hará grande. Hace rato k ya pasé la etapa de crecimiento y lo úniko k me crece, ahorita, con gran rapidez, son la panza, la papada y los cachetes. Sean concientes pues.

Toda esta sobrepoblación y proliferación indiskrimada de tacos de todas las formas, tamaños y colores, he hecho k tenga k rekurrir a un sin número de artificios y herramientas artificiales k intenten disfrazar temporalmente mi minúskulo tamaño. Y lo digo sin verguenza, con la frente en alto, y sabiendo k tengo k combatir con los odiados tacos. Mi plan de contingencia ha incluído k todas mis All Star, Dunlop, y cualkier zapatilla de lona, o sin plataforma, sean despedidas injustamente de mi closet. Ahora abundan en primera fila, zapatillas de basketbolistas, chankabukes de astronauta y los infaltables elevate shoes (sí, tengo mis elevate shoes, ¿y que?, ¡no hay takos para hombres pues, no jodas!). Y no lo hago pork me sienta menos por ser chato, nada que ver, sino k sin esos calzados no podría salir con ustedes, menos competir por su corazoncito, señoritas chatas-k-no-kieren-ser-chatas-por-eso-usan-takos-nueve. ¿O será k cada vez k se ponen tacos me están keriendo decir conchudamente "fuera enano huevón, crece primero, k yo nikagando dejo mis takos"?. Fácil, no lo sé, pero k lindas, tiernas y tirables se les ve con sus balerinas y sus zapatillas planitas.

Sea lo k sea, necesitaba hacer públika mi keja, ya k el tren se me esta iendo, y los odiados tacos le están echándo más combustible al tren. Y eso no es justo señoritas. No es justo.

jueves, 3 de julio de 2008

Nos vamos poniendo viejos

En el tacho de basura de mi oficina descansan vacías y arrugadas cerca de media docena de botellas Cifruts de todos los sabores y colores k han sido libadas y evaporadas ferozmente por este humilde escribidor en menos de 24 minutos, todo un récord guiness k lo más probable es k me haga mear como un ganado vacuno. La razón: la secona, léase la maldita resaka.

Esto no sería raro y mucho menos una novedad si es k el día anterior, osea ayer, me hubiera pegado una de esas brutales e inconscientes bombas k solía meterme en mis epokas cachimbianas, en donde, mis sedientos amigos y yo, flagelábamos nuestros aun virginales estómagos e hígados con preparadas pócimas y tragos baratos de dudosa reputación y kien sabe ké procedencia, k hacían k nos tranformemos en inmunes y pinches pendejitos. Pero eso, señores, no ha pasado. Ni volverá a pasar. Ayer, con esa responsabilidad k me caracteriza y sabiendo k había k laborar al día siguiente, sólo me tomé un par de jarritas de cervezas mientras conversábamos y reíamos con unos amigos. Ese par de cervecitas bastaron para k hoy amanezca con una secona de la refurinfunflai, sí créanlo. Todo ello no hace más k confirmar mis sospechas y esclarecer mis dudas: ya estoy viejo.

El tiempo pasa pues, no se detiene. y los hechos son los hechos. Sin darme cuenta me he convertido en un señorito, en un madurito, en un tío (casi me pongo a llorar cuando mi sobrinita me dijo "Hola tío Daniel"), en un casi parapléjiko para los esfuerzos físikos. Pronto, si sigo así, tendré k rekurrir a la milagrosa maca para recordar mis buenas épokas de orgasminator. Es k ya pasé el cuarto de siglo pues, hace rato k ya dejé de ser un estudiante universitario, y los polones con capucha y ojotas veraniegas han sido reemplazadas por sacos, corbatas y lustrados zapatos. Mis gustos y preferencias han cambiado drásticamente, ahora conversar trankilamente tomando una tazita de café me divierte más k tomando unas cervezas bien heladas. Prefiero mil veces ir a comer k ir a una diskoteka. Los fines de semana los usó para ver películas o dormir, cosa k era práctikamente un crimen tres o cuatro años atrás, cuando era un jovenzuelo ávido de aventuras. Mi madre es la más feliz con ese cambio, cree k ya maduré. Sólo falta cerrar este blog para convertirme en un cuasi antikuado padre de familia, sin esposa ni hijos claro está.

Creo k tendré k aceptar, como los machos, la actual y ¿cruel? realidad. Atrás ha kedado, rezagadísimo, ese cuerpo enérgiko y jovial k era capaz de aguantar heroíkamente hasta cuatro días seguidos de bailetones, juergas y despelotes. Atras kedó ese cuerpo fuerte k aguantaba, en épokas de exámenes finales, hasta tres boleteadas seguidas. Atras kedó akel joven deportista k jugaba hasta tres partidos de fútbol sin entretiempo alguno. Atrás kedó el cuerpo atlétiko con abdominales markados y tríceps envidiados. Atrás ha kedado el aventurero chikillo levanta-chikas-fáciles barrankinas. Ya nada de eso keda, el tiempo se lo ha llevado.

Ahora kedan los restos de un cuerpo de res con un físiko de Matusalén, k no es capaz de aguantar haciendo footing más de diez minutos, teniendo k chapar taxi para su regreso. Ahora keda un cuerpo cuadrado incapaz de superar kince minutos en una cancha de grass artificial. Ahora keda un cuerpo que sufre hasta lo insufrible para mover extremidad alguna al levantarse de la cama todas las mañanas. Ahora keda un cuerpo gelatinoso y no muy estétiko. Ahora, y esto es lo k más me preocupa, keda un cuerpo impotente y débil k se emborracha sólo con dos cervezas, como si fuera una abstemia lady virginal.

De nada sirve tener cara de kinceañero y estatura de primarioso, si mi físiko parece de un nonagenario. Me miró calato al espejo, y pienso: "me estoy poniendo viejo, conchesumare".